Tu rostro

Me sé de memoria tu rostro
lo traigo en el filo de mis dedos.
Te conozco en cada una de sus yemas
te beso,
te pongo en mis brazos,
en mi cuello
te voy pasando tu rostro con mis manos por el cuerpo,
tus gestos de semana
tus mañanas
tus besos de silencio.

Ya no hay, estoy

Me traigo esta noche sin miedos, ya me he cansado de traerlos conmigo. Ya no hay con que vestirme el cuerpo, he tirado lejos las mentiras y la ropa, he tirado lejos a los días. He abrazado a la soledad por cada una de sus manos, he dormido entre sus brazos, refugiado, anestesiado.

Sus relieves

Me fascinan los relieves de tu espalda, todos sus bordes y sus cavidades. En especial me fascina ese abismo que se forma después de pasar mis labios por tu nuca, esa bella conmoción sobre tus músculos.

Guárdame

Guárdame las manos vacías en tu cuerpo, estas manos solas amor, estas manos muertas sin corazón. Guárdalas contigo, déjalas tibias, déjalas con tus noches, con tu desamor. Déjalas rebosantes de ti, afiladas, a tu lado, en cada uno de tus poros, en cada cabello, con tus recuerdos guárdame. Guárdame en tus gestos amor, déjame en tus infantes labios, sobre tus tiernos ojos que se esconden en esos fríos párpados. Guárdame los días en tus piernas, las horas, sus vientos indecisos. Guárdame las lluvias que no he visto, la ausencia, los rumbos, las palabras. Guárdame en tus brazos, muy contigo, que a ti pequeña mis días te traen seguido.

Las manos Manuel

El proceso

Y cuando me quitaste las vendas te convertiste en pluma, en un ala escasa deseando volar...

Memoria

De aquellas voces ya no se escucha el dolor, se les perdió en el camino. No recuerdan como sonaba con ellos, no saben donde les quedó el dolor. De estos labios ya no se escucha tu nombre, ya no saben como armarlo. Se ha escapado de la memoria de mi boca, pero aún sabe como secarme los labios aunque ya no me lo diga a diario

Daniel de los días

Su herida

Apenas y late. Con tal herida atravesándolo sigue latiendo. He sabido que trae una ruptura en su músculo más frágil, el de su abdomen. No he hecho nada para remediarlo. El me pide que lo cosa con la aguja que trae en su bolsillo, que nos haga el favor de sanarlo. Dice que se ha cansado del sabor del dolor, de escucharme decir que es fuerte y que no hacen falta las costuras de mi parte, de saber que aún late se ha cansado. Ya no quiere oír que todo está bien, pues el y yo sabemos que no es cierto, que está lastimado y que jamás le ayudé…


Ernesto herido

El Ave

Tiene el rostro de ave
un gesto afilado y una mirada de fuerza.
Tiene los párpados emplumados,
rasgados,
caídos.
Tiene el rostro de ave,
pero sólo la cara,
pues no vuela,
tiene las alas atadas,
acabadas,
si es que las tiene con él.