Doliéndome por los sonidos
Si alguna vez me llegara a hacer daño sería mientras escucho una pieza instrumental, eso me torturaría de verdad, lo juro. Lo haría, la música me duele hasta la musculatura, contrayéndola desde la percepción de los sentidos, lastimándola con sus ondas sonoras para mostrarme que uno sufre en el tiempo que decide hacerlo frente a cualquier circunstancia o recurso. La música es el mío, siempre está ahí en el momento que le necesito, cuando el dolor verdadero está muy por debajo del solicitado. Sí, ahí está para mí.
Podría tomar las imágenes para lastimarme y emplear el recurso visual como mi colaborador. Dejándome observar fotografías, textos, emociones a través de rostros ajenos y contemplarme en el espejo mientras lo hago para verme fingir sentir algo y de esa forma dolerme. Pero no, lo auditivo está en mí y la mejor manera de sentir la intensidad del dolor es por medio de los oídos, de esos compuestos por tres elementos primarios que me son familiares y aliados desde la infancia, esos que hacen que mí cuerpo y la persona dentro de él se castiguen cuando así lo desean.
Los sonidos están siempre en el aire, presentándose ante los oídos por ondulaciones, esperando ser escuchados por la vida durante todos los días, pero conmigo no, no acostumbran esperar, normalmente yo los espero y en ocasiones nunca llegan.
Si, en verdad que sí, el malestar y la aflicción me llegan por los oídos. Pero cuando hablas y me das a entender todo aquello, por lo que crees que debo sufrir, no, no me hieres aunque te lo propongas, no alcanzas a afectarme. Sólo podría llegar a dolerme la música, más no me he dejado doler por ella nunca, menos los lunes por la mañana.
Tu amante, José…
Podría tomar las imágenes para lastimarme y emplear el recurso visual como mi colaborador. Dejándome observar fotografías, textos, emociones a través de rostros ajenos y contemplarme en el espejo mientras lo hago para verme fingir sentir algo y de esa forma dolerme. Pero no, lo auditivo está en mí y la mejor manera de sentir la intensidad del dolor es por medio de los oídos, de esos compuestos por tres elementos primarios que me son familiares y aliados desde la infancia, esos que hacen que mí cuerpo y la persona dentro de él se castiguen cuando así lo desean.
Los sonidos están siempre en el aire, presentándose ante los oídos por ondulaciones, esperando ser escuchados por la vida durante todos los días, pero conmigo no, no acostumbran esperar, normalmente yo los espero y en ocasiones nunca llegan.
Si, en verdad que sí, el malestar y la aflicción me llegan por los oídos. Pero cuando hablas y me das a entender todo aquello, por lo que crees que debo sufrir, no, no me hieres aunque te lo propongas, no alcanzas a afectarme. Sólo podría llegar a dolerme la música, más no me he dejado doler por ella nunca, menos los lunes por la mañana.
Tu amante, José…
4 Comments:
José comprende que su dolor sónico reconfortante.
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Así es, José sabe que sus oídos son capaces de darle ese placer, el que acostumbra recibir los lunes por la mañana y se niega ante el mundo...
jose es quein no escuchara nada bello , por evitar morir, por evadir dolor.
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