Monday, May 30, 2005

A la hora de tu desayuno te estaré viendo. Habré llevado toda una noche asomándome por tu ventana, la que con discreción ilumina la calle. Vigilaré los movimientos, tendré mucho cuidado al momento de observar lo que cocinas, que alimentos utilizas y la manera en la que los tomas, contare las veces que masticas, lo haré silenciosamente, pues no querré oírme diciendo cuando cuento el número de impactos que recibe el bocado en tu mandíbula.
El saber a tu comida entre los dientes me hará sentirme alterado, culpable o fracasado, da igual, nunca te pude querer más de dos días a la semana. Jamás te quise después del desayuno, no te veía atractiva ni amorosa, nunca me apasionaste, excepto al despertarme y verte poco a poco en tu ropa de dormir, sentada con poca luz y con los cubiertos en mano, preparada para iniciar el proceso.
No te será posible saberlo, no te enterarás que me encuentro espiándote mientras desayunas, y que no es lo único que ando haciendo desde la ventana de tu cocina, no te darás cuenta de la manera en la que voy a cometer mi acto, sabrás hasta que llevé a cabo el suceso…

Enrique Exaltado

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home