El descorazonado
El escándalo llegaba al cruzar la calle, cuando el corazón se le caía más allá de los tobillos, macerándole recuerdos con su paso, con la mirada de frente, y el dolor fijo en las manos se quedaba al final del cruce fracturado.
A razón de los aplausos y de los gritos le venía el desamor, cuando los niños le preguntaban que había sido de aquel corazón, si lo tenía seco y extendido en aquella mano, si con las monedas que caían por los pies le volvía el amor. Las lágrimas que bajaban se llevaban sus ojos, se los iban secando poco a poco. Tenía desaparecido el corazón, lo había perdido en la avenida, entre la gente, debajo de las monedas.
A razón de los aplausos y de los gritos le venía el desamor, cuando los niños le preguntaban que había sido de aquel corazón, si lo tenía seco y extendido en aquella mano, si con las monedas que caían por los pies le volvía el amor. Las lágrimas que bajaban se llevaban sus ojos, se los iban secando poco a poco. Tenía desaparecido el corazón, lo había perdido en la avenida, entre la gente, debajo de las monedas.
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