Saturday, April 08, 2006

Veinticinco domingos

Te escribo de montañas que ya tienes olvidadas
de la arena lejana de tus palmas
de la memoria,
de esa secreta que te doblas y guardas por camisas
pero hoy te amo
y lo hago con otros labios
y otra voz,
y los telegramas ya no entienden
las gaviotas vuelan por la espalda
ya no saben las palabras
hoy no dicen nada
traigo un puñado de ellas rentado
y me gasto todo un día de jornada.
Tengo astillas que no recuerdan a tus piernas
y en las noches me quedan vencidas
ya no te arman.
Nada sabe de usted
se me ha borrado
o yo me he borrado,
ya no sé.
Tu amor ya duerme en otros sueños,
hablar de ti parece un nombre de paseo
uno recorrido en bosques por las manos del invierno.
Los lunares que resultan por mi brazo
ya no tienen el sonido de tus dedos
me dejaste sin ellos,
ahora sólo me quedas entre notas,
con las que te acuerdas que tengo
y te amo
con mi nombre empacado junto a los abrigos
y el domingo puesto.

Felipe de Mayo

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